La reciente muerte de Ayman Al-Zawahiri, hasta ahora líder de Al-Qaeda, supondrá una reconfiguración de los movimientos yihadistas a nivel mundial. El exlíder de la organización terrorista deja un hueco que, si bien se especula con varios nombres para sustituirle, será difícil de llenar dada la trayectoria histórica de esta persona.
El día 2 de agosto se dio a conocer la noticia de cómo EEUU había conseguido acabar con la vida del máximo dirigente terrorista. A lo largo del año, los servicios de inteligencia de EEUU habrían localizado a Al-Zawahiri y su familia en una vivienda en Kabul, Afganistán, a la cual habría emigrado desde algún lugar de Pakistán. Tras varios meses de observación, los servicios estadounidenses detectaron un patrón en la rutina diaria en la vida de Ayman: fue identificado numerosas veces en el balcón de su casa. Se aprovechó este hecho para planear un ataque selectivo.
La operación culminó el fin de semana del 30-31 de julio de 2022, cuando un dron del ejército norteamericano lanzó un misil de última generación que acabó con la vida de Al-Zawahiri. Este misil estaba diseñado específicamente para no explotar y así acabar únicamente con la vida del objetivo, logrando no causar daños colaterales.
La vivienda donde Ayman estaba refugiado pertenecía, supuestamente, a la red de Sirajuddin Haqqani, actual Ministro del Interior afgano y líder de la Red Haqqani. El hecho de que esta red haya dado cobertura a Al-Zawahiri sería una violación directa del acuerdo al que llegaron los gobiernos de EEUU y Talibán el 29 de febrero de 2020.
Por otro lado, existen rumores que indican que Mullah Yaqoob, actual Ministro de Defensa e hijo del primer Emir talibán Mullah Omar, fue quien proporcionó la localización de Al-Zawahiri. Esto podría ser debido a un conflicto interno en el gobierno talibán y a una creciente tensión entre Sirajuddin Haqqani y Mullah Yaqoob.
La eliminación de esta persona supone una de las mayores victorias de EEUU en su lucha contra el terrorismo desde la muerte de Osama Bin Laden en 2011. No obstante, se limitará a una victoria simbólica, ya que probablemente tendrá un impacto táctico limitado en las sub-ramas de Al Qaeda.
Se barajan varios nombres para la sucesión en el cargo como líder de la organización terrorista. Todos ellos pertenecientes a Al-Qaeda Central, puesto que las franquicias dispersas por el resto del mundo, muy autónomas en sus acciones, no poseen una figura tan carismática y relevante como para liderar el conjunto de la organización. Fue durante los primeros de años de la dirección surjieron rencillas interna que dieron como resultado la escisión de lo que hoy conocemos como el Estado Islámico (DAESH). Hay que recordar que en un principio Al-Qaeda se creó como una agrupación para luchar contra la invasión soviética de Afganistán que tuvo lugar en la década de los años 80 y evolucionó hacia una promotora ideológica y una vanguardia dentro del islam.
Si bien hasta conocer la identidad del sucesor de Al-Zawahiri se podría barajar distintas líneas de acción (tales como la reunificación con el Estado Islámico, o por el contrario incremento del frentismo hacia ese grupo, o seguir la lucha armada con fines políticos,…), a corto plazo no se espera que la muerte del actual líder ni su sucesión vayan a suponer un cambio radical en los objetivos del grupo terrorista. De este modo, se espera que el nuevo líder continúe con la misma línea de acción. Su foco parece estar centrado en la lucha de poder y hegemonía que actualmente se está dando en distintas regiones de África y Oriente Medio.